Los beneficios del agua
El agua
es el elemento mayoritario dentro de la naturaleza, y con razón: sus múltiples propiedades tanto químicas como físicas benefician a todos los seres vivos, incluidas por supuesto las personas y nuestra salud.
Existen diversas ventajas
que presenta el agua para la salud, tanto a nivel puramente físico (derivadas de propiedades como la presión hidrostática o la fuerza de empuje) como a nivel más profundo (relacionadas con las propiedades químicas de las diferentes composiciones que podemos encontrar).

- Aumenta la movilidad y reduce la carga articular: dentro del agua el peso de nuestro cuerpo disminuye drásticamente según la parte de nuestro cuerpo que sumerjamos (cuanto más nos cubra, menos pesaremos), y con ello conseguimos un aumento de la movilidad y también una disminución de la carga articular, logrando movernos más y mejor y además con menos dolor.
- Aumenta y mejora el trofismo y vascularización de los tejidos: la acción del agua en nuestros tejidos hace que entre en ellos más sangre, siendo este uno de sus grandes beneficios sobre el cuerpo, dado que aquellos tejidos donde llega más sangre serán los más sanos y menos propensos a sufrir lesiones.
- Disminuye el estrés: el cambio de entorno y la sensación de ligereza, ingravidez y libertad de movimiento contribuyen notablemente a relajarnos no sólo de cuerpo si no también de mente, alejando problemas como el estrés durante nuestro baño.
- Estimula el sistema sensitivo: el mero hecho de sumergirnos en el agua provoca que todos los receptores cutáneos, de presión y propioceptivos se vean en constante estimulación, lo que mejora la integración de dichos estímulos a nivel sensitivo y promueve un aumento de actividad de esos receptores una vez estén fuera del agua.
- Relaja el sistema neuromuscular: las propiedades físicas del agua actúan directamente sobre el sistema neuromuscular, dando lugar a que se relajen los músculos y dejando entrar más sangre en ellos, prolongando la sensación de relajación incluso una vez hayamos salido del agua.
- Mejora la actividad del sistema respiratorio: durante la inmersión aumenta la presión que recibe el cuerpo y este aumento de presión sobre la caja torácica y el abdomen se traduce en un mayor trabajo inspiratorio, ayudándonos a mejorar nuestra capacidad pulmonar y aeróbica.
- Aumenta el drenaje venoso y linfático: con esta compresión anteriormente descrita también se consigue un aumento de hasta el 60% del retorno tanto venoso como linfático de manera natural y sin esfuerzo.
- Mejora la actividad del sistema cardiovascular y linfático: debido a este mayor retorno venoso y linfático, se produce de manera indirecta una mayor actividad del corazón junto con una disminución de la frecuencia cardíaca, mejorando la actividad general de todo el sistema cardiovascular.
- Mejora la actividad del sistema renal: por último, este aumento del volumen sanguíneo en el tórax y abdomen provoca a su vez una mayor demanda para los riñones, produciéndose un aumento de la diuresis en compensación a la pérdida de líquido en las extremidades y de la sensación de sed, estimulando así el sistema renal.
También hay que tener en cuenta otro gran factor que influye en los beneficios que nos puede aportar el agua como elemento físico, y es la temperatura de ésta, dado que a diferente temperatura el agua actúa de manera muy diferente, procurando numerosas y diferentes ventajas:
- El agua fría (entre 10-15 °C) nos ayuda en la recuperación post-ejercicio, así como en momentos de inflamación y dolor, por eso se aplica en baños de contraste.
- A temperatura templada (26-30 °C) nos resulta beneficiosa para ejercicios de acondicionamiento cardíaco o ejercicio intenso, así como a modular el sistema neuromuscular, sobre todo en pacientes con patologías neurológicas como la esclerosis múltiple o la esclerosis lateral amiotrófica.
- Cuando la sensación térmica es indiferente (32-35 °C) se puede emplear el agua como medio para terapia acuática no específica, e induce al cuerpo a un estado de relajación, siendo también idónea para prácticas como el Ai-Chi o simplemente para despejarnos nuestras mentes.
- Por último, el agua caliente (36-41 °C) es un medio perfecto también para inducir al cuerpo a una relajación profunda no solo mental si no también física, así como para activar el sistema cardiovascular, siendo pieza clave junto con el agua fría para los baños de contraste.
Por otro lado, existen también multitud de beneficios que se relacionan con las sustancias que lleve disueltas en ella el agua; estas agua que llevan sales minerales en su composición reciben el nombre de aguas mineromedicinales y conllevan beneficios con su ingesta, exposición, inhalación y/o inmersión en ellas. Algunos ejemplos de ellas son los siguientes:
- Las aguas sódicas son estimulantes para el cuerpo tanto a nivel metabólico como a nivel superficial.
- Las aguas sulfuradas tienen una acción beneficiosa sobre la piel, el aparato respiratorio y locomotor.
- Las aguas sulfatadas tienen efecto laxante y diurético.
- Las aguas ferruginosas, ricas en hierro, favorecen la regeneración de la sangre, mejoran los casos de anemia y actúan positivamente sobre las enfermedades de la piel, además de colaborar con los regímenes adelgazantes.
- Las aguas bicarbonatadas son recomendables para problemas del aparato digestivo.
- Las aguas carbónicas estimulan el apetito y favorecen el buen funcionamiento del aparato circulatorio.
Y ahora después de conocer todos los beneficios que puede aportarnos el agua, ¿verdad que apetece mucho más darse un chapuzón? Aprovecha lo que queda de verano y… ¡Al agua patos!








